1.- “Voltaire unió política y economía”, indica Georg von Wallwitz en su librito “Mr. Smith y el Paraíso”, y afirma que en los países donde triunfó la Ilustración no se conoce la pobreza. Y está en los cierto, tanto la economía de mercado, que luego derivó en el capitalismo, como la democracia se crearon a fines del siglo XVIII y se han nutrido uno del otro hasta hoy. Allí donde la democracia convive con el capitalismo las sociedades se desarrollan de forma sostenida: un sistema impulsa y controla al otro en una simbiosis que hoy muestra signos de fatiga en todo el mundo.
2.- Joseph Schumpeter, el famoso economista austriaco de inicios del siglo XX, es famoso por acuñar el concepto “Destrucción Creativa”, en el que indica que toda organización debe ser capaz de prever su obsolescencia, destruir su valor y reemplazarlo por otra propuesta mejor para sobrevivir exitosamente. Indica que la clave de la prosperidad económica se basa en la ganancia, en el crecimiento y la prosperidad. Estas se sustentan por la innovación, el crédito y el espíritu emprendedor.
3.- Según Charles Tilly, en su libro “Democracia”, la configuración de una democracia es un proceso en que la sociedad se integra en redes de confianza, experimenta una disociación de las políticas públicas con los centros de poder (no existe una influencia expresa de grupos de poder en ellas) y se reducen los centro de poder autónomos y se rigen por un marco de reglas que deben acatar. Se nota en sociedades democráticas una amplia participación ciudadana, una igualdad de acceso a oportunidades y recursos políticos no estatales (partidos, organizaciones locales o temáticas). Mientras más influencia tengan los ciudadanos sobre las políticas públicas, más democrática será una sociedad.
4.- George Steiner, en su libro “En el castillo de Barba Azul” ensaya una idea en la que en las sociedades existe una tendencia a provocar su propio fin debido al hartazgo, al tedio producido por un sistema en el que siempre sucede lo mismo, en el que el futuro es previsible y no deja espacio a la incertidumbre o a la especulación. En la naturaleza humana, indica Steiner, conviven el deseo de vivir y el deseo de experimentar cambios radicales. El tedio anula la voluntad del gobernar de la élite capacitada y da pie a la irrupción del bárbaro. Y llega el punto en el que “la locura, la muerte son preferibles al interminable domingo”.
5.- Los seres humanos estamos en permanente tensión respecto de nuestra participación en sociedad: por un lado ejerce atracción la idea de la libertad y la posibilidad de desarrollo individual para expandir y potenciar la máximo nuestras capacidades y habilidades obteniendo reconocimiento, satisfacción personal y bienes materiales. Por otro, el hecho de cooperar con otros para generar un desarrollo en grupo de algo que por uno mismo sería imposible, en este sentido la necesidad de pertenencia y propósito compartido es más importante y se convierte en el otro extremo.
6.- Es posible que estemos experimentando el agotamiento de un modelo de convivencia. El statu quo parece no dar para más. Las redes de confianza, los modelos de participación y representación no nos satisfacen. El ciudadano, como tal, no encuentra vías de expresión para que se produzcan cambios necesarios y las instituciones ya no los representan o, simplemente, no funcionan.
7.- Siguiendo la idea de Schumpeter, quizás haya llegado el momento de destruir creativamente al Estado antes de que lo destruya otro sin nada a cambio que lo reemplace. La destrucción creativa requiere de Innovación, Espíritu Emprendedor y Crédito (o confianza). Pero sobretodo requiere de personas comprometidas, talentosas y con orientación al riesgo. Personas con conocimiento y experiencia. También requiere de una ciudadanía que haga un acto de confianza, que genere un espacio de tiempo y esté de acuerdo con los resultados comprometidos.
8.- Dicho esto, las aguas se pueden calmar prometiendo y produciendo participación (democracia) y creación de riqueza (capitalismo). Diseñando e implementando instituciones que funcionen, formando ciudadanos que puedan ejercer algún tipo de poder político (más allá del voto) y puedan convivir con los profesionales capacitados que generan riqueza. Activando y haciendo convivir nuestra naturaleza competitiva y cooperativa, dando espacio al reconocimiento y a la pertenencia.
9.- Quizás haya que remitirse a la sabiduría antigua, en la que nada es blanco o negro, como el dios Shiva que comparte la trinidad divina hindú con Brahma y Vishnu. Los tres conviven y dependen mutuamente: Brahma el creador, Vishnu el orden y el Shiva el destructor que permite la renovación. Quizás haya que mirarlos para entender que la dinámica de la destrucción creativa depende de la voluntad, el orden, la confianza y las ideas.